El 9 de mayo de 1772 gracias al impulso dado en el gobierno por el conde Aranda cuando se nombro protector del canal a D. Ramón Pignatelli.
En 1782 las aguas del rió Jalón cruzaban por el grandioso acueducto, en ese mismo año, llegaron las aguas del Ebro a la ciudad de Zaragoza. Ramón Pignatelli y Moncayo mando construir una fuente de gruesos chorros junto a las esclusas de Casablanca, como celebración y memoria de este acto.

El Canal proyectado en el siglo XVIII, tenía dos aspiraciones:
1. Salvar los meandros y azudes del tramo medio del Ebro, haciéndolo navegable, el Ebro se comunicaría con el océano Atlántico por los ríos Zadorra y Deva (Guipúzcoa) o bien por Laredo (Cantabria), con el Duero por el Canal de Castilla, y con el Mediterráneo por el Canal de Amposta.
2. La vieja idea aragonesa de conseguir una salida al mar que le permitiera exportar directamente sus productos, principalmente agrícolas.

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