miércoles, 9 de diciembre de 2009

La expulsión de los Moriscos Gabriel Torrecilla Abadía 4ºA


Pertenecen a una de las minorías étnicas, culturales y religiosas de la compleja sociedad de la Baja Edad Media. Se llaman moriscos a los mudéjares, que tras la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492, fueron obligados a elegir entre convertirse al cristianismo o seguir practicado su religión, la mayoría eligió la conversión. El decreto de conversión fue firmado por los Reyes Católicos en 1502 y sólo era válido para los territorios correspondientes al reino de Castilla; en los territorios de Aragón este decreto de conversión solo entró en vigor en 1525.
La convivencia entre moriscos (cristianos nuevos) y los cristianos viejos no siempre fue sencilla, aunque no alcanzó el grado de enfrentamiento y animadversión que alcanzó con otras de las minorías como los judíos.
Desde su conversión obligatoria hasta su expulsión en 1609, la convivencia entre ambos grupos sociales está jalonada de encuentros violentos más o menos importantes ya desde el inicio de su conversión (las revueltas del Albaicín 1499 y las Alpujarras 1500 son dos ejemplos).
Varias son las causas que se pueden argumentar para explicar esta difícil convivencia:
• La progresiva desintegración que de sus rasgos culturales, se intentó desde el principio mediante una serie de disposiciones legales como las de 1511.
• La creciente presencia musulmana en el Mediterráneo, especialmente visible a partir de 1551, hizo el problema morisco un asunto de política internacional, ya que existía el temor de que se convirtieran en aliados de los turcos (Imperio Otomano) en guerra con Felipe II.
• Un ambiente de hipersensibilidad religiosa, que desde los tiempos de los Reyes Católicos no había dejado de desarrollarse.
• Intranquilidad social generada por una temporal recesión de la industria textil.
• La actitud belicosa que contra ellos tenía una parte del clero, esta actitud belicosa estaba canalizada a través del Tribunal de la Inquisición.

Todas estas causas unidas crearon un ambiente muy difícil de convivencia entre las dos comunidades, que va a cristalizar con una sublevación generalizada de los moriscos de Granada en tiempos de Felipe II en 1558.
Esta rebelión, conocida como la rebelión de las Alpujarras, duró 2 años y puso en algunas dificultades al reinado de Felipe II en un momento crítico, cuando estaba manteniendo guerras de religión contra los protestantes franceses (hugonotes) y contra los musulmanes turcos.
La sublevación fue duramente reprimida por Don Juan de Austrias (hermanastro del rey) y acabó con la dispersión masiva de los moriscos de las Alpujarras por diversas ciudades castellanas, como Valladolid y Toledo que se beneficiaron con su llegada, se calcula que la dispersión afectó a unas 80.000 personas.

LA EXPULSIÓN DE LOS MORISCOS

La expulsión definitiva de los Moriscos se llevó a cabo en 1609, ordenada por Felipe III y su válido el Duque de Lerma, aunque el decreto de expulsión había sido firmado por Felipe II en 1582. Resulta sintomático que desde el decreto de expulsión en 1582 hasta su aplicación definitiva pasarán casi 30 años .Y es que, pese a las difíciles relaciones entre moriscos y cristianos , el rechazo hacia los moriscos nunca fue muy profundo, nada comparable como el rechazo que, por ejemplo, suscitaba otra minoría importante como los judíos. De hecho la Iglesia Católica siempre se negó a la expulsión de los moriscos. Ahora bien, presiones interiores (deseo de culminar la llamada Unidad Religiosa) y exteriores (temor a una posible alianza con los turcos, como y hemos comentado anteriormente) obligaron a Felipe III a tomar esta drástica medida.
Se comenzó con el reino de Valencia, donde los nobles señores de los moriscos, se opusieron a la medida por la pérdida económica que suponía (mano de obra altamente cualificada y barata). Para aplacar los ánimos, el Duque de Lerma les dio a los señores los bienes de sus vasallos.
Los moriscos tenían que embarcar en los puertos señalados en el plazo de tres días y solo podían llevar encima los bienes que pudieran llevar consigo. Después de Valencia, se procedió a la expulsión de los moriscos de Murcia, Andalucía y Castilla. El número de expulsados pudo ser mas de 150.000 y desde el punto de vista económico produjo un descenso de producción agraria.

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